En México, el 30 de abril es un día para celebrar a los niños y las niñas. Las escuelas, los parques, los lugares de entretenimiento, hasta las administraciones públicas, se pintan y se decoran para celebrar el día del niño. Se llenan de dulces, dibujos animados y juguetes, y con tantos colores parece que todo es alegría, que en efecto, los niños y niñas están rodeados de eso que deberían, juegos y cuidados.

Sin embargo, más allá de los dulces (que no siempre son saludables), o de los juegos y juguetes (que veces promueven la violencia y los estereotipos de género). Más allá de la fiesta del “día del niño” (y la niña), este día debe promover que hablemos de infancias. Infancias, así con S, porque los niños y niñas no solo son un único grupo de la sociedad, que según la ONU incluye a los individuos desde el recién nacido(a) hasta cumplidos los 18 años. Las infancias son múltiples, son variadas, se encuentran repartidas en distintos estratos de la sociedad, viviendo condiciones diferenciadas que hacen evidente que hablar de infancia como si hubiera una sola, deja fuera a grupos de niños y niñas que viven en situaciones “ajenas” a nuestro concepto de infancia. Es decir, niños(as) que no juegan, que tienen que ganarse el sustento del día a día, niños víctimas de diversas violencias; pero también niños con discapacidades, niños que pertenecen a minorías étnicas, entre otros tantos grupos de niños y niñas que no están teniendo esa infancia “ideal” y normativa que proponen las instituciones y que vemos en los medios de comunicación.

¿Qué viven en común las infancias? El ser niño o niñas, el ser “diferente” del adulto. Un individuo que debe ser protegido por los adultos, que debe obtener garantías de derechos humanos. Sin embargo, esa diferencia junto con una enorme cantidad de criterios del desarrollo apoyados por diversas disciplinas, han sostenido sus voces institucionales por encima de las propias voces de los niños y las niñas, y han ejercido control y poder, supuestamente, por el bien de ellos.

Pero vamos a pensar en las infancias en el tema que nos ocupa aquí, en la metrópoli. ¿Es el Área Metropolitana de Guadalajara un espacio adecuado para que se desarrollen en plenitud las infancias? Y encontráremos una infinidad de situaciones que atentan contra los derechos de los niños y las niñas, relacionados con la inseguridad, con la desigualdad social, la falta de acceso a los servicios básicos, a una vivienda digna, a la educación gratuita y de calidad. Problemas que no sólo enfrentan los niños y niñas sino toda la sociedad en su conjunto, problemas que necesitan soluciones integrales, pero ¿Qué problemas enfrentan los niños y niñas en la metrópoli?

Para responder a la pregunta anterior primero tendríamos que preguntarles a los niños y niñas, escuchar sus necesidades, sus puntos de vista. Podríamos partir de nuestra posición de adultos, de criterios técnicos, con el poder que nos “otorga” el conocimiento y decidir qué es lo mejor para los niños. Podríamos hacer toda una planeación de la ciudad de acuerdo a lo que creemos que es mejor para ellos, quizá terminaríamos encerrándolos más, preocupados por la inseguridad. La reflexión a la que quiero invitar es que como adultos, nos preguntemos a nosotros los “pensantes”, los “maduros”, los “expertos”,  los que “ya somos capaces” de regular nuestro comportamiento, cómo queremos ciudadanos pensantes, democráticos y participativos, si no escuchamos a los niños y niñas, si somos autoritarios con ellos y decidimos todo por ellos hasta que ¡pum! ya cumplieron 18 años, ya pueden tomar sus propias decisiones y participar en la vida democrática.

Vivimos tan enfocados en que ellos son el “futuro”, que les cargamos de una responsabilidad que nos compete a todos y todas, y se nos olvida comenzar a trabajar por ellos en el presente. La planeación metropolitana debe mirar a los niños y niñas en el presente y no sólo como una inversión para el futuro. Que cuenten con espacios donde puedan “ser niños”, donde puedan formar parte de la sociedad y de la mano de los adultos, no detrás de ellos, crecer en la metrópoli.

Los espacios urbanos pueden tener situaciones evidentemente peligrosas que nos hacen querer restringir cada vez más la autonomía de los niños y niñas, pero también tienen elementos que proporcionan oportunidades de aprendizaje, de desarrollo de la autonomía y del sentimiento de pertenencia. En lugar de cerrar cada vez más los espacios que los niños ocupan, se debe reconocer que por sí mismos construyen comunidad en los lugares que frecuentan. Hablan con el señor de la papelería, con la señora del puesto de dulces, llegan a saludar a su amiga de la panadería que está a la pasada en el trayecto de la escuela a la casa. Como parte de una comunidad, debemos luchar como ciudadanía por exigir espacios urbanos seguros que garanticen el desarrollo de la autonomía de los niños y niñas, partiendo de escucharles directamente a ellos.

Hay que hacer un apunte importante y hasta con mayúsculas, NO se trata de ser negligentes o dejar a los niños(as) sin ningún cuidado para que se hagan cargo de sí mismos, se trata de incluirlos en las políticas públicas, en las instituciones, y hasta en la relación “uno a uno” misma, desde el amor y el respeto, como individuos enteros (no incompletos) y como sujetos de derechos.

Así, en este día del niño (y la niña), hablemos de infancias, ¿Qué quieren y necesitan los niños(as)?, ¿Qué espacios en la ciudad les ayudan a desarrollar su autonomía, personalidad y ciudadanía?, ¿Cómo podemos como ciudadanía garantizar sus derechos? Y de manera personal preguntarnos, ¿me estoy acercando a los niños que me rodean desde el autoritarismo o desde el respeto? Y quizá algún día estemos más cerca de ser una sociedad que no crie y eduque desde el poder, la agresividad, la intolerancia y la violencia a sus más pequeños.


Psicól. María Topacio Ruíz Macías.

Consejera Ciudadana Metropolitana de Zapotlanejo e integrante del grupo de representación del CCM ante la Mesa de Coordinación de Gestión de Residuos.

*Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del/de la autor/a y no necesariamente reflejan la posición oficial del Consejo Ciudadano Metropolitano.